LA LEYENDA DEL CASTAÑO.
Dicen que en uno de los pueblos donde los castaños crecen naturalmente un hombre fue con su hacha a cortar uno muy grande que hacia años crecía en sus tierras para hacer una viga para construir la casa de su hijo.
Foto Vía: Turismourense.com
Dicen que en uno de los pueblos donde los castaños crecen naturalmente un hombre fue con su hacha a cortar uno muy grande que hacia años crecía en sus tierras para hacer una viga para construir la casa de su hijo.
Al dar el segundo golpe al árbol apareció un mago quien luego de mirarlo fijamente y casi atormentarlo con su mirada le preguntó el porqué talaba su castaño.
El hombre, humilde y sin intención de problemas, le contó que el árbol era suyo, que estaba en sus tierras y que lo necesitaba para construir la casa de su hijo.
El mago, sin ofenderse, le dijo que el árbol también era su casa y que la había heredado de sus antepasados, por esto no podía permitirle cortarlo.
Pero, explicó el hombre, no tengo dinero para comprar una viga y mi hijo necesita su casa, he cuidado de este árbol para que sirva a mi familia…no sé qué podemos hacer.
El mago, casi como flotando en el aire le respondió: "te pido que cuides y no cotes mi árbol y a cambio te daré un barril de aceite".
Pero, dijo el hombre, con un barril de aceite no puedo comprar la viga para la casa de mi hijo… el Mago, respondió… un barril de aceite que no se vacíe nunca.
Si tu cuidas mi castaño, y esta noche llenas tu barril hasta la mitad con el mejor aceite que puedas conseguir, y mañana por la mañana estará lleno. Recuerda siempre dejar el barril por la mitad, y al día siguiente el barril volverá a estar lleno, si lo haces siempre, no te faltará el aceite.
El mago desapareció y el hombre, luego de pensar un rato en a la sombra del castaño volvió a su casa, limpió el barril e hizo todo lo que el mago indicó… esa noche no pudo dormir, pero al día siguiente al ver que el barril estaba lleno, su alegría fue inmensa.
El hombre, por humilde y agradecido, cuidó el castaño del mago, vendió el aceite todos los días y regaló faroles a la parroquia de su pueblo, compró la viga para la casa de su hijo y todos los días, pasaba por el castaño y hacía una reverencia.
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